jueves, 27 de diciembre de 2018

18


He aprendido que quien no te quiere, te dejará ir. 
Que los que van y vienen, no me hacen falta.
Me he dado cuenta de que sin tener nada lo tenía todo.
Que mis cosas caben en una furgoneta.
He comprobado que los amigos no preguntan y los que preguntan mucho no son amigos.
Que quien habla más de la cuenta merece escuchar cosas que no le gustan.
He visto que el karma no perdona, pero si tienes prisa en que llegue tardará más.
He asimilado que tener miedo no es malo, lo malo es no hacer las cosas por miedo.
He perdonado, me he perdonado y me he permitido equivocarme.
Y he llorado mucho, por ti y por vosotras, porque quizá llevaba mucho tiempo haciéndome la fuerte.

Gracias a los que me habéis hecho reír porque cuando me reía, por un instante, no pensaba en nada.







Chin chin

Brindaría con cada uno de vosotros por el 2019.
Con algunos para manifestar mis mejores deseos,
y con otros para saber si me habéis envenenado la copa.
No me fío ni de mi sombra,
hasta ella me abandona cuando llega la oscuridad.

Latido


Hay personas que son capaces de reaparecer en tu vida después de mucho años y con las maletas llenas para quedarse mucho tiempo.
Entre sus cosas llevan herramientas para sacarte una sonrisa en los días más grises, aunque haya niebla y aunque sea lunes.
Cambian tu filtro de aceite cuando ya está lleno de las cosas que nunca expresas.
Revisan las válvulas de tu risa para que puedan oír tus carcajadas a diario.
Programan tu cuadro de mandos y te hacen llamadas cada cierto tiempo para volver a oírte.
Se meten contigo para que suba la presión de tu bomba de inyección solo porque les resulta atractivo verte enfada.
Y sobre todo se encargan de engrasan a base de cursiladas tu corazón cuando empezabas a pensar que había dejado de latir.