martes, 2 de enero de 2018
Esa tarde...
Esa tarde me esperabas tomando un té. Llevabas esa camisa de cuadros rojos que te queda tan bien. Bromeé contigo preguntándote si sabías de qué color era. Siempre me ha llamado la atención la gente daltónica. Sonreíste de medio lado y me hiciste acercarme a la chimenea. No tenía frío pero accedí, así podría tocar tu rodilla. Esperaba algún comentario sobre cómo me quedaba el jersey. Había intentado la dejadez meditada que tan bien se te da a ti. No hubo halago. Me encanta que te hagas el digno cruzado de brazos sin mostrar sentimientos. Se te da fatal pero te da un toque muy sexy. Tú mente piensa en voz alta y se que te mueres por levantarme, besarme, parar para sonreír, apartarme el pelo de la cara, susurrarme lo que has estado callándote desde que he llegado y no dejar de besarme hasta que la batería de tu móvil se acabe y con ella deje de sonar nuestra música.
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