Lo que sí importaba es que estábamos en el mismo lugar, en ese instante y en ese día, compartiendo juntos algo tan valioso como tu tiempo.
Las copas de vino pendientes fueron saldadas, pero aún siguen las ganas de verte.
Los límites los carga el diablo y morderte la boca es una necesidad.
Quiero saber cuántos besos miden nuestras espaldas y volver a medirlas cada mañana al despertarnos.
No hay mejor unidad de medida que tus besos, ni mejor cuentabesos que tus labios.
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