Hay veces en la vida, que lo mejor que puedes hacer para ser feliz es dejar volar a personas que están a tu alrededor.
Dejar que vayan a lugares lejos de ti, donde no puedan hacerte sonreír pero a la vez nunca causen mas daño que el que te produzca su ausencia.
Hablo de las relaciones tóxicas, no solo amorosas, sino que se amplían al ámbito de amistad o familiar.
Se trata de una relación donde una o ambas partes sufren, más que gozan, por el hecho de estar juntos. El problema es que además enganchan. Sentimos como que quedamos atrapados en una red negativa de la que no es fácil salir. Una especie de adicción donde la parte negativa pesa más que la positiva y aun así nos resistimos a poner punto y final.
Habrán mañanas en las que te digas: "Hasta aquí hemos llegado". Esta es la parte fácil; saber que no puedes seguir como estás. La difícil es que no se quede en un simple intento.
Señores/as, os deseo fuerza de voluntad. No volvamos a caer en la adicción. Ganaremos en sonrisas aunque sea con el tiempo.
Una cosa está clara, el amor no es malestar, ni dependencia, ni miedo, es libertad y satisfacción. Si no sentimos eso, entonces no es amor.